Para comprender el asesoramiento señalaremos algunos aspectos fundamentales como son la escuela y por otra a la caracterización del asesor.
La Escuela considerada como un sistema abierto continuamente expuesto a las relaciones con otros sistemas (familias, equipos, asesores, administración...), que influyen en ella y que fuerzan modificaciones; para que los cambios no rompan su estabilidad, tiende a la homeostasis. La tensión entre la estabilidad y el cambio es característica de los sistemas abiertos, y genera desequilibrios más o menos intensos en ellos.
En este contexto, consideramos que el asesor es, un agente de cambio para la institución, comprometido en los mismos objetivos generales que presiden a ésta: contribuir a la mejora de la calidad de la enseñanza, incidiendo en los procesos educativos que en ella tienen lugar (Huguet, 1993).
Asesor como agente de cambio: Su presencia e intervención puede contribuir a que se produzcan determinados cambios en el centro éste es un recurso que se ofrece al centro para que el centro pueda abordar y dar respuesta a sus necesidades.
¿A qué tipo de cambio nos referimos?
La tendencia de los cambios que los asesores pueden contribuir a promover debe conducir a organizar una enseñanza de calidad, que ha sido definida por Wilson (1992) como aquella que permite «planificar, proporcionar y evaluar el currículum óptimo para cada alumno, como miembro (normalmente) de una clase que consta de alumnos de una variedad de capacidades y necesidades».
Los objetivos del asesoramiento: el asesoramiento es un recurso a la institución, y un recurso sólo tiene sentido si es útil, es decir si contribuye al logro de los objetivos a que tiende el centro. Desde la concepción constructivista del aprendizaje escolar y de la enseñanza, dichos objetivos pretenden potenciar y promover el desarrollo de los alumnos y alumnas mediante el aprendizaje significativo de los contenidos que constituyen el currículum escolar -seleccionados, entre los que forman parte del bagaje cultural de nuestra sociedad, por su potencialidad para contribuir al crecimiento de sus nuevos miembros. El desarrollo implica todas las capacidades propias de los seres humanos: capacidades de equilibrio personal, cognitivas, de relación interpersonal, motrices y de inserción social.
El asesoramiento puede producirse a raíz de un desequilibrio sentido por la institución, o bien constituir en sí mismo el origen del desequilibrio, que puede ser rechazado o, por el contrario aceptado como un reto que hay que abordar. No basta con que se produzca un desequilibrio; la búsqueda de un nuevo equilibrio, más completo, más adecuado porque permite integrar nuevas dimensiones y elementos en el sistema, es igualmente inseparable de la tarea del asesor.
La cuestión o cuestiones que desde esta perspectiva se aborda son dos: ¿Cómo se logra desequilibrar sabiendo que el desequilibrio que se produce es necesario para el sistema? Y una vez producido el desequilibrio, ¿Cómo se sabe en qué dirección debe orientarse el reequilibrio subsiguiente? A las preguntas formuladas subyace la idea de que no todo desequilibrio será necesariamente productivo para la institución, y la de que a no todo desequilibrio sigue necesariamente un reequilibrio, menos aún un reequilibrio que mejore la situación anterior al desequilibrio.
Referencia.
-La concepción constructivista y el asesoramiento en centros ISABEL SOLÉ
Universidad de Barcelona
Referencia.
-La concepción constructivista y el asesoramiento en centros ISABEL SOLÉ
Universidad de Barcelona
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